Ya casi no quedan parciales por rendir...
(Al ritmo de Homero tirando resortes por el inodoro)
Habíate dejado, amigo lector, en mi decisión de priorizar mi bienestar, relegando al estudio a un segundo plano. No porque no lo considerase importante sino porque no era lo más importante en ese momento. Últimamente mi vida es una montaña rusa de emociones (ahora digo emociones y pienso en los contenidos de Neurofisiología, materia cuyo parcial rendí hoy, pero considérese a la palabra en su significado más frecuentemente empleado), con sus fuertes altibajos, de los cuales, como buena montaña rusa, se sienten más intensamente los bajos.
Ayer martes rendí Psicología y Epistemología Genéticas. El parcial no fue difícil, propiamente, pero resulta que yo no habia estudiado suficiente. Sin dudas aprobaré, lo que no sé si lograré es llegar al nunca bien ponderado 7, nota de la sagrada promoción. Hoy miércoles, como ya mencioné, rendí Neuro. Es increíble, la profundidad de mis conocimientos sobre cada tema era menor a la del charco que se forma en la parada del 21 y el 111 en Plaza Italia. Nevertheless, podría llegar a suceder que saque al menos un 7. Pero el caso se parece por demás al de la primera materia mencionada.
Me alegra, sí, haberme sacado de encima dos parciales. Pero, ¡ouch!, me queda el peor. El miércoles que viene, y para ello debo leer cantidades industriales de fotocopias. Y bueno, dalegás, Mielcita.
En otro orden de cosas, hoy vi los dos capítulos que tenía grabados de Locas de Amor, programa de la tele que sigo religiosamente. Si alguien lo vio, haga un esfuerzo por recordar: capítulo de la semana pasada, carta que le escribe Eva a Frida. Qué lindo, ¿no? Yo tenía eso hasta hace un tiempo... Y bueno, queeevasé (como dicen las viejas que barren la vereda y conversan).
Mi madre, su chico y una sopa de verduras (que asumo riquísima) me esperan en la mesa. Hacia allí voy.